La llegada de un nuevo miembro de la familia, bien sea humano o un peludo, es motivo de alegría. Sin embargo, este cambio en la estructura familiar hay que saberlo llevar para conseguir una buena adaptación entre los perros y bebés recién nacidos. Y aquí te damos algunos consejos y recomendaciones.
Aunque puede ser que el perro llegue después de nacer el bebé, lo más común es que nuestro fiel peludo forme ya parte de la familia cuando nace el niño. Y que nazca el bebé no significa que haya que dejar de lado al perro, al contrario, pero la adaptación de uno a otro lleva un proceso, por eso hay que tener paciencia. Lo primero que hay que hacer es incluir a la mascota en las nuevas rutinas, y eso ya empieza antes de la llegada del bebé, para que vaya todo gradualmente. Como por ejemplo dejar el perrito entrar a la habitación del bebé para que pueda conocerla y husmear. Pero si notas que hay algo que le llama especialmente la atención, toma nota: eso podría ser un posible riesgo de cara a la llegada del bebé.
Por ejemplo, imagina que dentro de la cuna tienes colocado un peluche y observas que tu perro quiere ir a por él. Ya sabes lo que debes evitar que esté cerca de tu mascota cuando el niño esté ahí dentro.
De cara a los paseos, es conveniente que poco a poco vayas cambiando los horarios de salida a los que emplearás cuando nazca el niño. Así conseguirás que el perro no sufra un cambio brusco en su día a día. ¡Sabes que para él este momento es fundamental!
Una vez que llega el bebé, Si estás en la habitación con él y tu perro quiere entrar, déjalo pasar y no lo eches de malas maneras. Si lo haces, asociará al bebé con algo negativo y eso es lo que debemos evitar por todos los medios.
Hay que acercar a los perros y los bebés recién nacidos poco a poco. Al principio puedes dejar un paño que huela al bebé en los lugares por los que pasa la mascota. Así irá quedándose con su olor.
Las ventajas de integrar perros y bebés recién nacidos
Las ventajas de la convivencia entre perros y niños son muchas. La primera es el amor que empiezan a sentir por ellos y aprenden a que son seres vivos a los que no hay que hacer daño. Aunque de primeras siempre empiecen a tirarles del pelo, de las orejas o del rabo es normal, pero hay que enseñarles a cómo tratarlos y poco a poco eso pasará a ser caricias. Poco a poco se dará cuenta, además, de la responsabilidad que supone contar con un animal en casa. Está demostrado que a partir de los cuatro o los cinco años, los niños ya son capaces de ver a la mascota como parte de la familia.
Compañía, amor incondicional, diversión y todo lo que nos da nuestro perro a nosotros se lo dará también a tu pequeño.